El
tiempo.
Ese regulador de instantes. Efímero cada tanto. Relativo por
momentos. Tic tac constante que trabaja sin freno. Amado y odiado por
temporada. Muy pícaro es, justo cuando confías que lo tienes de sobra para
lograr algo, éste se aviva y empieza a pasar rápido. Pero hay momentos amargos
en los que el tiempo decide tomarse un descanso y pasa todo tan lento. Es tan
cruel y angelical. Se escurre en cada
situación, y de forma invisible se metamorfosea para que lo bueno tome
velocidad y se escape y lo malo parezca que se demora de más. He ahí lo
relativo que resulta ser. Para nada significa que sea malo, Aunque el tiempo
aprieta de a ratos, en reiteradas oportunidades ejecuta un complot para que las
cosas pasen. Que los momentos gratificantes ocurran. Y cuando esto pasa, se
producen cambios, y con cambio hay progreso. Poseer esa virtud de hacer y
deshacer, construir y destrozar, enfermar y sanar es lo que lo hace especial.
En fin, lo único real que conocemos de él es que es finito y, por suerte,
gratis. A compartirlo con quien se lo merece de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario